por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 14 de octubre de 2013

La noche de (los) Milagros



Baile: Milagros Mengíbar, Maise Márquez, Patricia Guerrero, Luisa Palicio, Ana Morales, Rubén Olmo. Músicos: Manolo Sevilla, Juan Reina, Moi de Morón, Vicente Gelo,Rafael Rodríguez, Miguel Pérez, Juan Campallo. Lugar: Teatro Central, Sevilla. Fecha: 13 de octubre. Aforo: Lleno.

La idea es sencilla: proclamar al universo que Milagros Mengíbar es uno de los genios del flamenco. Creó un universo propio, una región de lo jondo, y para entrar en la misma es necesario el ritual de pleitesía que todos los intérpretes de la noche llevaron a cabo. Olmo, director de la función, supo aunar emoción y muchos quilates de arte. La bata de cola era una cosa muy distinta cuando Mengíbar la cogió de su maestra, Matilde Coral. "Le dio alas", como subrayó anoche Navarro García: la hizo volar al inventar toda una gramática. 




O inventó toda una gramática de la bata de cola al despegarla del suelo. Es decir, descubrió nuevas emociones flamencas, sofisticó nuestro arte. El arte de la línea curva, de la insinuación, de la caricia. El arte de la miel y de la fuerza: la bata de cola de Milagros Mengíbar es el dragón del flamenco, con fuego en la mirada y almíbar en las manos. Dulce que no empacha, ni aún en dos horas y media de espectáculo. Todas estuvieron magníficas, incluido Olmo, que llevó la bata de cola a otra dimensión, a otra energía. Porque la bata es una exclusiva de la mujer flamenca. Es el arte de la línea curva, de la luna. También el mantón, impresionante, pletórica, Márquez en la seguiriya. Guerrrero y el abanico, contundentes por guajiras. Morales dramática y vibrante por soleá. Palicio recrea historias y planetas en la petenera. Mengíbar como fin y principio de la bata porque, como afirmó en el colofón de la noche, "me queda cuerda para rato".

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