por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







jueves, 29 de noviembre de 2012

El flamencólogo Caballero Bonald, Premio Cervantes 2012


Es la primera vez que un escritor flamenco obtiene el magno galardón de las letras españolas. Por supuesto que el ejercicio jondo, en especial en los últimos años, no es la actividad principal de este poeta y novelista, que desde hace una década confiesa que se mantiene totalmente alejado del mundo de lo jondo. No obstante, su vínculo con el flamenco le llevó a publicar tres libros sobre el tema, a colaborar en la serie de televisión ‘Rito y geografía del cante’ a principios de los setenta, y a producir la magna obra discográfica ‘Archivo del cante flamenco’ de Vergara (1968), verdadero hito del disco jondo y Premio Nacional de Flamencología.




‘Luces y sombras del flamenco’ (Madrid, 1974) cuya tercera edición, revisada, publicó la Fundación Lara en 2006, es sin duda la principal obra jonda del flamante Premio Cervantes José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1928). En ella se aúna la estética de la pureza del neotradicionalismo mairenista (“... lo que sí parece evidente es que el flamenco, al ser trasplantado de su humilde área nativa a otros multitudinarios horizontes, perdió buena parte de sus soportes nutricios.(..) ese innegable auge artístico (se refiere a la situación actual) se ha verificado ya fuera del claustro materno en que se gestaron social y culturalmente las primitivas formas gitano-andaluzas.”), la idea de una supuesta “etapa hermética”, y lo moral-racial. Afirma este autor que el flamenco “ha sido siempre algo muy parecido a una protesta sin destinatario” afirmación que supone relacionar, de alguna manera, la supuesta degeneración artística de hoy con el “aburguesamiento” de sus intérpretes (así lo dice explícitamente respecto a lo que llama ‘Etapa teatral’, y considera que la actual situación de total profesionalismo exige una nueva forma de entender el flamenco, y desde luego, una nueva forma de mostrarse diferente de la que estima ha sido la genuina en el pasado: la reunión). Porque, de hecho, sitúa el origen del flamenco en relación a la confluencia de diferentes factores expresivos de unas razas oprimidas.



Por eso relaciona las supuestas influencias musicales árabes y hebreas con las persecuciones de que fueron objeto moros y judíos. “Con anterioridad a las postrimerías del siglo XVIII, el flamenco aun permanecía oculto dentro de una especie de doméstico anonimato, sin trascender de esos reducidos ámbitos sociales bajoandaluces en los que se iría desarrollando lenta e indecisamente. (...) esa recóndita forja del flamenco concuerda de lo más bien con la vida oculta, con la marginación de los expresos grupos de tránsfugas (gitanos y moriscos) que serían los encargados de refundirlo y transmitirlo a la posteridad. Su mismo carácter inicial de rito, obediente al código secreto de esas comunidades raciales, le iría vedando su normal proyección pública”. Podemos concluir que la teoría flamenca de Caballero Bonald suscribe una por una las tesis e hipótesis mairenistas, que la investigación ha desmentido casi en su totalidad, y que ésta tenía más que ver con su actitud militante en contra del régimen franquista que con la realidad histórica de este arte. Por eso tiene sentido que con el final del franquismo su interés por lo jondo se minimice.




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