por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







jueves, 14 de junio de 2012

Dionisos en la danza flamenca contemporánea



Baile: Farruquito, El Carpeta, El Polito, Irene la Sentío, Gema Moneo. Cante: Mari Vizárraga, La Tana, Rubito de Pruna. Guitarra: Roman Vicenti, Antonio Rey. Percusión: Luis Amador. Lugar: Teatro Lope de Vega, Sevilla. Fecha: 13 y 14 de junio. Aforo: Casi lleno. 


El éxtasis. La entrega al momento presente. Maneja un par de claves escénicas muy simples, ingenuas, efectivas. Tratándose de este intérprete, el tópico, incluso el amaneramiento, resulta válido, pertinente, honesto. Con Farruquito entramos en un mundo mejor, ese en el que cesa el cinismo, la ironía, el pudor, el escepticismo, los enemigos del hombre. 


Y las maneja magistralmente. Es una cuestión de fe y de entrega, que son dos formas de decir lo mismo. Cuando veo bailar al Carpeta, que es un niño, pienso en eso, porque Farruquito también dio la vida, la infancia, por un sueño. 




El título de la obra no ofrece lugar a dudas. Despues de los experimentos malogrados de 'Sonerías', el baile de tradición familiar de Farruquito es el protagonista absoluto de la función, con aportes de otros dos miembros de la saga, el Polito y el mencionado Carpeta, y de la Sentío y Gema Moneo. Es una selección de piezas anteriores, de sus siete espectáculos como cabeza de compañía. 



Naturalidad, elegancia. Solemnidad cuando la ocasión lo requiere, en la farruca, en la soleá, y mucha complicidad: con el grupo, en las bulerías y el zapateado, y el público, que se sabe un protagonista más de la noche. El baile de Farruquito es una ceremonia dionisíaca, la búsqueda del éxtasis en la rueda del ritmo, una celebración de grupo, una forma de autoafirmación y de fe en lo propio, de su gente, de su familia, de su raza, de los que respiramos y gozamos y padecemos en este planeta. Por eso el cante en sus espectáculos está tan cerca del grito: del éxtasis de la muerte y el placer. No caben aquí ejercicios intelectuales, explicaciones técnicas, sino la pura entrega. Farruquito es un pedazo de verdad del baile flamenco contemporáneo, eso es incontestable. Y en tiempos tan dados a la incertidumbre, al doble discurso, esta verdad, de entrega al puro éxtasis físico, reconforta el alma. 


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