por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







jueves, 24 de mayo de 2012

Javier Barón sin pretextos


Cía. Javier Barón. Baile: Javier Barón. Guitarra: Juan Campallo. Cante: José Valencia. Percusión: José Carrasco. Lugar: Teatro Central, Sevilla. Fecha: Martes, 22 de mayo. Aforo: Tres cuartos de entrada. 

El espectáculo dura una hora, que es la duración ideal de un recital de baile clásico: eso, y no otra cosa, es 'Barón'. No obstante, como el titular de la compañía hizo sólo dos números de baile, en el sentido y la extensión tradicionales que damos a este concepto, cada uno de los miembros de la menguada compañía de Javier Barón, cosas de los presupuestos, gozó de su momento de gloria. José Valencia de dos: cantó tarantas y tonás campesinas en solitario. Juan Campallo, nuevo en esta compañía, hizo un solo íntimo, dulce y seguro. Y hasta José Carrasco tuvo su momento de protagonismo absoluto cuando se quedó con la sola compañía de su cajón en el escenario. Javier Barón hizo una bulería-soleá por bulerías-soleá por un lado, y alegrías-seguiriyas por otro, además de una vibrante pincelada por tangos. 



La seguiriya fue contundencia y solemnidad destreza, virtuosismo del contratiempo y entrega. Pero en el baile de Javier Barón la fuerza y la entrega encuentran su complemento en la elegancia, en la figura de brazos y cabeza y en la seguridad, con vueltas incluidas, con la que domina horizontalmente todo el escenario. 



Es uno de los intérpretes más destacados de su generación, completo, enjundioso y al mismo tiempo asequible para todos los públicos, sin arcaísmos ni excesos dramáticos. Dota a cada uno de los elementos técnicos de su baile, sean marcajes, zapateados o vueltas, de una inusitada elegancia, de un clasicismo vivo. Sigue en plena forma, dando lecciones de cómo es el baile masculino de hoy, que lógicamente asume aires de su tiempo, pero lejos de cualquier énfasis. Un clásico contemporáneo o un señor normal y corriente que baila, sin pretextos argumentales de ningún tipo.


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